Nuestra libertad
¿Te has preguntado por qué la oración es tan vital? ¿Por qué tenemos
que pedir a Dios el Espíritu Santo? ¿No está él dispuesto a darnos su
Espíritu?
La respuesta a estas preguntas se encuentra al comprender el respeto
de Dios por nuestra libertad de elección. Él nos creó con la capacidad
de hacer elecciones morales. Dios está haciendo todo lo que puede por
nosotros y por medio de nosotros antes de que oremos, pero está limitado
por nuestras elecciones (Sal. 78:41, 42).
En la oración, reconocemos nuestra dependencia total de Dios y le
damos la libertad de intervenir en nuestras vidas. Cuanto más oramos,
más reconocemos su suficiencia total. Cuando oramos, su Espíritu Santo
prepara nuestros corazones para recibir más de él. Cuanto más oramos,
tanto más permitimos que el Espíritu Santo “crucifique” nuestros deseos
pecaminosos. En el gran conflicto, la oración le permite a Dios actuar
con más poder en nuestras vidas.
Analiza 2 Corintios 10:3 al 5. ¿Cómo definirías la expresión “las
armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios”?
¿Cuáles son esas armas? ¿Qué clase de guerra es la que menciona Pablo, y
por qué él usa esas imágenes? ¿Cómo entendemos la batalla en la que
estamos involucrados?
Como adventistas, entendemos la realidad de la gran controversia
entre Cristo y Satanás. Sabemos que es real y que todos estamos
involucrados en ella. Solos, no tendríamos esperanza contra Satanás. La
única esperanza es nuestra conexión con Jesús, y en el centro de esa
conexión está nuestra vida de oración: un arma espiritual para una
batalla espiritual, un arma sin la cual ninguno puede estar. Si Jesús
necesitó orar, ¿cuánto más lo necesitamos nosotros?
“Nosotros también debemos destinar momentos especiales para meditar,
orar y recibir refrigerio espiritual. No reconocemos debidamente el
valor del poder y la eficacia de la oración. La oración y la fe harán lo
que ningún poder en la Tierra podrá hacer” (MC 407).
¿De qué maneras has experimentado en tu vida la dura realidad de la
gran controversia entre Cristo y Satanás? ¿Cómo te ayudó la oración en
esta lucha? ¿Dónde estarías sin ella?
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