
Así distinguimos entre el Espíritu de la verdad y el espíritu del engaño. 1 Juan 4:5-6
En cierta ocasión, cuando me presenté como adventista del séptimo
día, una persona me llamó “rara”. Si el mundo nos llama “raras”, no nos
sintamos ofendidas.
Nosotras sabemos con certeza que somos especiales. Lo raro para el
mundo puede ser nuestra manera de comer, de vestir, de recrearnos,
nuestra opinión sobre el sexo, la familia y el matrimonio; en otras
palabras, no “encajamos” en el estilo de vida del mundo actual, según el
cual muchos creen que para estar a la altura de una sociedad tan
sofisticada como la nuestra, hemos de echar por la borda los valores
eternos. Muchos consideran que la honestidad, la pureza, el respeto, la
fe y tantas otras virtudes, son para gente “anticuada y mojigata”.
Por otro lado, hay cientos de mujeres que desean sinceramente formar
parte del club de las “mujeres raras”. Desean tener nuestro estilo de
vida, divertirse como nos divertimos nosotras, sentir y pensar de manera
parecida a como lo hacemos las mujeres cristianas. Admiran la fuerza de
nuestras convicciones, nos ven como mujeres seguras de nosotras mismas y
llenas de confianza y esperanza en la vida.
Observan con asombro cómo nos comportamos cuando la adversidad nos
toca, y la entereza con que enfrentamos el dolor. Nos ven como mujeres
triunfadoras, llenas de alegría, hábiles para sortear los desafíos
cotidianos. Finalmente, saben que todo viene de Dios.
Proveamos recursos para todas esas mujeres que, aun cuando viven
vidas ajenas a los principios de Dios, están dispuestas a ser llamadas
“raras”, a convertirse en mujeres especiales. Las que viven
insatisfechas en medio de la frivolidad mundanal, las que se han
ensuciado en el fango de los caminos oscuros y desean ser limpias y
vestirse de pureza. Aquellas que han deshecho su vida en pos de los
placeres mundanos, y al hacer balance se han encontrado con un saldo
negativo, escrito con amargura y sufrimiento.
Este día, demos gracias a Dios por haber sido alcanzadas por el
evangelio y porque eso nos permite ser mujeres de altas calificaciones.
Esto es un don de Dios, un regalo inmerecido que debemos disfrutar cada
día.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
ALIENTO PARA CADA DÍA
Por: Erna Alvarado
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