Lugar: Suecia
Palabra de Dios: Proverbios 20:1 30
Jeannette y su mamá estaban mirando televisión una tarde, cuando un
visitante inesperado irrumpió en la casa. Un alce se coló a través de la
puerta y entró corriendo a la sala de estar. El animal, de gran tamaño,
corrió por ella, chocando cosas y destrozando muebles.
Jeannette, de diez años, dio un grito y se quedó congelada en su
asiento, con los ojos llenos de terror. Su mamá la llevó rápidamente a
otra habitación, y luego se dirigió al teléfono para pedir ayuda. Cuando
los expertos en vida salvaje llegaron, se hicieron cargo del alce, que
aparentemente se había lastimado mientras tomaba por asalto la sala.
-El animal está ebrio -explicaron.
¿Un alce ebrio? Esto puede sonar raro, pero sucede todos los años.
Durante los meses del otoño, una cantidad de alces se aleja de los
bosques y se dirige hacia las ciudades y sus alrededores. Encuentran
manzanas fermentadas que se han caído de los árboles. Comerla fruta
fermentada los embriaga. Los alces, normalmente, no son animales
agresivos, pero cuando están alcoholizados se descontrolan. Estos
animales grandes pesan hasta casi quinientos kilogramos, ¡y tener un
alce borracho suelto puede ser una experiencia aterrorizadora!
¿Alguna vez alguien te dijo que nunca debieras emborracharte; que te
mantuvieras lejos de las bebidas fermentadas? Si es así, te han dado un
buen consejo, porque el alcohol hace que no puedas pensar bien. La
Biblia dice: “El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al
escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!”
Si alguna vez te sentiste tentado a tomar un sorbo, recuerda el alce
borracho y di, simplemente, que no. Nunca lamentarás tener la mente
clara. Después de todo, así nos creó Dios.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA MENORES
EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO
Por: Helen Lee Robinson
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